Esto es lo que pasa en tu cerebro al procrastinar
Esto es lo que pasa en tu cerebro al procrastinar
Fecha: 22/10/2022 Por: Redacción
Lavar los platos, hacer la declaración de la renta, empezar la dieta o estudiar para el examen. Seguro que alguna vez has dejado para mañana algo que deberÃa y podrÃa hacerse hoy.
Es la procrastinación.
Buena parte de la humanidad lo hace en mayor o menor medida. Seguramente si tienes tendencia a este comportamiento te habrás dado cuenta de que eso solo conduce a estrés, pensamientos negativos y un montón de obligaciones pendientes que no dejan de crecer.
Acabar con la procrastinación no es fácil. Puede que pienses que solo actúas bajo presión, que es el resultado de ser perezoso, tener una mala ética de trabajo o incluso signo de ineptitud: ¿te suenan pensamientos del tipo «no puedo hacerlo», «no soy capaz»?.
Sin embargo los estudios centrados en procrastinadores han descubierto que la manera en la que piensas en tus tareas puede influir a la hora de postergarlas.
Qué pasa en tu cerebro cuando procastinas
Es precisamente lo que ha hecho un equipo de investigadores del Inserm, el CNRS, la Universidad de la Sorbona y la AP-HP del Instituto del Cerebro de ParÃs. Sus hallazgos, publicados en Nature Communications el mes pasado, revelan cómo se comporta el cerebro cuando procrastinas.
Esta zona parece desempeñar un papel en una amplia variedad de funciones autónomas, como la regulación de la presión sanguÃnea y el ritmo cardÃaco. También para ciertas funciones cognitivas racionales, como la anticipación del premio, la toma de decisiones, la empatÃa y las emociones.
«La función del aparato neural del córtex del cÃngulo anterior es realizar un cálculo de coste-beneficio integrando los costes (esfuerzo) y los beneficios (recompensa) asociados a cada decisión», señalan los autores.
Raphaël Le Bouc, uno de los directores del trabajo, explica que » ara una tarea como lavar los platos, los costes están relacionados con el aspecto largo y tedioso de la tarea y los beneficios con el hecho de que la cocina esté limpia al final. Lavar los platos es muy tedioso en este momento; pensar en hacerlo al dÃa siguiente lo es un poco menos».
En el estudio participaron 51 personas en una serie de pruebas de comportamiento durante las cuales se registró su actividad cerebral mediante resonancia magnética.
Primero se pidió a cada participante que asignara subjetivamente un valor a las recompensas (pasteles, flores, etc.) y a los esfuerzos (memorizar un número, hacer flexiones, etc.). A continuación, se les pidió que indicaran sus preferencias entre obtener una pequeña recompensa rápidamente o una gran recompensa más tarde, asà como entre un pequeño esfuerzo a realizar de inmediato o un mayor esfuerzo a realizar pasado un tiempo.
La tendencia a procrastinar se midió tras esto mediante 2 tipos de pruebas. En la primera, los participantes debÃan decidir si producir un esfuerzo el mismo dÃa para obtener la recompensa asociada inmediatamente, o producir el esfuerzo al dÃa siguiente y esperar hasta entonces para conseguirla.
En la segunda, al volver a casa, los participantes tenÃan que rellenar varios formularios y devolverlos en el plazo de un mes para ser compensados por su participación en el estudio.
Cuándo «no vale la pena» hacer algo para el cerebro
Los resultados pusieron de manifiesto que cuanto más lejos está el plazo, menos costoso parece el esfuerzo y menos gratificante la recompensa.
«La procrastinación puede estar especÃficamente relacionada con el impacto del tiempo en la evaluación de las tareas de esfuerzo. Más concretamente, puede explicarse por la tendencia de nuestro cerebro a contar más rápido los costes que las recompensas», resume Mathias Pessiglione también autor del estudio.
En otras palabras, la próxima vez que te toque cumplimentar un formulario, tu cerebro primero analizará los esfuerzos a realizar antes de conocer los beneficios y las ventajas que conllevará hacerlo.
Las pruebas se utilizaron para alimentar un modelo matemático de toma de decisiones desarrollado por los investigadores, conocido como modelo neurocomputacional. A partir de la información sobre la actividad de su córtex cingulado y de los datos recogidos, los investigadores establecieron un perfil motivacional para cada participante.
En este se describió su atracción por las recompensas, su aversión al esfuerzo y su tendencia a devaluar los beneficios y los costes con el tiempo.
El perfil permitió estimar la tendencia a procrastinar de cada uno de los participantes. Cuando se completó con datos especÃficos de cada uno, el modelo fue capaz de predecir el tiempo que tardarÃa cada participante en devolver el formulario cumplimentado.
Los autores creen que la investigación podrÃa ayudar a desarrollar estrategias individuales para dejar de posponer las tareas y a evitar los efectos de la procrastinación en ámbitos tan variados como la educación, la economÃa y la salud.
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